Hubo un tiempo en el que Enzo Maidana vivió en su propio País de Nunca Jamás. Era chico pero ya dominaba la pelota y sus goles caían en la bolsa como gotas de agua en plena tormenta. Conocido por sus íntimos como "Jopo", era goleador. Un goleador de esos infalibles, cuando en el desaparecido UTA hacía estragos junto a sus amigos en la Liga Tucumana de Fútbol.
"Uf, al menos creábamos 10 situaciones por partido, mínimo", pone en remojo la memoria el delantero de Atlético a la espera del último show de 2012 en el Monumental, ante Independiente Rivadavia de Mendoza. "Ojalá sea ganando. Lo merece la gente, lo necesitamos nosotros, así hacemos valer los dos puntos de visitante que sacamos las últimas dos fechas del torneo", explica el hombre, que sufre el mismo virus que la mayoría de sus colegas, salvo "Pulguita".
Está peleado con el gol, aunque nunca haya querido romper esa relación. Las pelotas coquetean con el arco contrario y mueren ahí, en un cortejo. De hecho, el amigo no desespera. "Ya van a llegar. Mientras haga un buen partido y eso sirva para que otro compañero marque y Atlético gane, estoy contento", argumenta este luchador por naturaleza, con tarjeta de membresía en el cielo y en el infierno deportivo.
Enzo saboreó esta temporada el sufrimiento del "no concentrado", del aislado. También conoce el otro, el dulce, aquel cuya grilla se cierra en 18 y la pelea el fin de semana. "Nunca hay que bajar los brazos, es duro estar afuera y ver cómo pasa todo. A base de sacrificio y trabajo se te dan las cosas", dice. En su cabeza, Maidana tiene prohibido tirar la toalla.
"Ninguna camiseta tiene dueño y nadie tiene el puesto asegurado. El margen que tenés es cuando vos andás bien o si el equipo gana. Lo ideal hubiese sido que los tres nueve que tiene Atlético (él, Almerares y Cobelli) hoy tengamos cuatro goles cada uno. Pero bueno, esto se dio así y creo que hay tiempo para cambiarlo. Por lo menos está el 'Pulga', que los mete, je", busca consuelo dentro de su propia pesadilla Enzo. Y promete romper el maleficio mientras sueña con un festejo de película.
"Si hago un gol, me volvería loco. Lo festejaría con toda la hinchada, que me apoyó en todo momento, con mi viejo (José) y mis hermanos, que están a mi lado incondicionalmente", se emociona "Jopo", y rompe un paréntesis del que se escapa una deuda. "El cuerpo técnico es excelente y eso ayuda mucho a la unión del grupo. En ningún momento te excluyen. Hasta último momento te sentís que podés estar. Se preocupan un montón por todos. Conmigo se portan 10 puntos, por eso necesito retribuirles su confianza con goles".
El chiche
Hablar de vacaciones a Maidana hasta le suena inapropiado. Su concentración está centrada en los seis puntos que Atlético tiene por delante. "No tengo idea de qué haré, aunque no creo que me vaya a ningún lado, ya que mi novia trabaja. Capaz que a los Valles un fin de semana me escape", explica el dueño de un chiche muy especial.
"¿Si tengo auto? ¡Seeee! ¡Un Falcon que me regaló hace mucho mi abuelo! Ahora lo estoy dejando lindo, gracias a Dios. Si me voy a algún lado, voy en el Falcon, que está pasando por una refacción general, ja". En la cabeza de Maidana el coche es un medio de movilidad, punto. No tiene apuro en la nave. "Quizás el año que viene, veremos. Tampoco tengo nada visto", explica sabiendo que el modelo y el valor del móvil dependerá de cómo le vaya en la cosecha.
"Claro que sí, los goles cambian la vida de todos. Sobre todo la de nosotros, los delanteros", sonríe "Jopo", estrecha manos y regresa a casa, donde encenderá el modo búsqueda de tesoro. Todo sea por encontrar nuevamente su País de Nunca Jamás.